jueves, 6 de agosto de 2009

ERRORES DE FÁBRICA

Cuento semifinalista del "Primer Concurso de cuento de ciencia ficción" organizado por la revista "Conozca Más" en 2003.

Genmex, la empresa nacional dedicada a la clonación humana, produce anualmente mas de mil quinientas fallas que son enviadas al Neoghetto, un enorme terreno que en el siglo XX se le conoció como el Estado de México y que ahora no es mas que una prisión con nombre cyberpunkesco. A su entrada hay imágenes de Gregor Mendel, Francis Crick y John Watson (santos patronos del DNA recombinante) acompañadas de veladoras y arreglos florales. En lo alto, un letrero compuesto por luces de neón que dice: “ERRORES DE FÁBRICA”. El Neoghetto está repleto de metales oxidados, vestigios de radiación, computadoras obsoletas y cuerpos de perros callejeros muertos a causa del smog. Sus habitantes son mujeres sin piel, niños de ocho años con Alzheimer, muchachos carentes de estómago más no de hambre y cuantas deformidades puedan provocar mezclas de adenina, guanina, citosina y timina.

En sus inicios la clonación aparentó ser un producto pasajero de la moda geneticista que Estados Unidos, Japón e Inglaterra le contagiaron mundo, así como en su tiempo lo hicieron con Coca-Cola, Nintendo y James Bond. Pero esta vez la industria creció inesperadamente, acompañada de errores que surgieron con una constancia lamentable sobre todo en México, donde los clones aumentaban tan rápido que casi superan el número de ciudadanos concebidos naturalmente.

En un intento por darnos un trato “decoroso” la Comisión Intergaláctica de Derechos Humanos y Alienígenas decretó como crimen universal el eliminar a todos los clones con defectos y alteraciones, siendo más conveniente enviarlos a comunidades de reacomodo social para una mejor readaptación.

En síntesis: en lugar de una ejecución compasiva, se nos encerró en campos de concentración futuristas para morir como animales enjaulados. Todos los hijos de laboratorio siempre elogiaremos tan sabia decisión.

Genmex se fundó cuando concluía el siglo XXI por un millonario libanés que acababa de despertar de su periodo de criogenización. Murió un año mas tarde, ignorando que su empresa ha sido la peor de todas las dedicadas a la genética no solo en la Tierra sino en el universo entero (aunque de alguna milagrosa manera ha perdurado durante cien años).

Fui el primer “producto” y al mismo tiempo el primer error de Genmex. Mido uno noventa y cinco, soy de complexión delgada, mis ojos son color verde esmeralda y mi cabello es rubio. Sin embargo, pese a ser el perfecto hijo pródigo de la compañía me enviaron al Neoghetto cuando descubrieron el gen que me condenó como un error de fábrica. En ese aspecto de utilizar y desechar Genmex no es distinta a cualquier otra gran empresa y tampoco distingue entre clones o humanos.

Durante todo este tiempo me he conservado perfectamente, siendo testigo de explosiones demográficas que obligan a mujeres embarazadas a golpearse el útero con tal de impedir que sus hijos nazcan y un aumento del crimen tan considerable que la gente no se encuentra segura ni al conectarse a internet... supongo que la humanidad es sadomasoquista, siente placer sufriendo por los errores que comete.

Estamos custodiados por androides y nos rodean alambrados nanotecnológicos. Se nos tiene prohibido salir del Neoghetto y a los “genéticamente correctos” se les tiene prohibido entrar. Obviamente, no podemos mostrar nuestras malformaciones ante una sociedad que hubiera aterrado a Aldous Huxley y Philip K. Dick.

Mi único pasatiempo consiste en conversar con los errores de fábrica recién llegados:

-Un hombre me clonó ilegalmente para que tuviera eyaculaciones desde los seis años y en meses no paró de abusar sexualmente de mi-. se quejaba un pequeño que no ha dormido ni ha parado de llorar desde que llegó al Neoghetto.

-Pretendieron usar mis riñones para transplantes, pero todo les salió mal. ¿Que raro que pase eso en Genmex, no?-. me decía un muchacho que orina sangre y siempre intenta aparentar buen humor.

Diariamente todos se quejan por sus deformidades y por los empresarios que olvidaron sus emociones para volverlos productos en serie. Por mi parte opto por guardar silencio, limitarme a escuchar y ser paciente. Después de todo me quedan muchos milenios por delante...

Preferiría tener cualquier otro defecto al gen de la inmortalidad.

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